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miércoles, 9 de abril de 2014

Reseña de EL LIBRO DE LAS PREGUNTAS




RECUESTIONANDO A NERUDA
Dice el crítico Luis Harss en su libro Los nuestros, que primero fueron los poetas, los adelantados en describir y transformar el mundo, los líricos, los épicos, los patrióticos que reinventaron el lenguaje literario para todos.
De entre ellos se alza Pablo Neruda como el gran representante del Nuevo Mundo, “el más grande poeta del siglo XX en cualquier idioma”, diría García Márquez.


Neruda nació en Temuco en el año 1904 y además del poeta de la Tierra, el poeta del Amor, el poeta metafísico, el poeta de las cosas, fue un destacado activista político, que desde el Partido Comunista, intentó cambiar todo aquello que detestaba, conmovido por el asesinato de su amigo García Lorca se implicó también en la Guerra Civil española, desde el bando republicano.
Recibió el Premio Nobel en 1971 y escribió, sobre todo escribió, versos universales recogidos en libros tan memorables como Veinte poemas de amor y una canción desesperada, Canto general, o Los versos del capitán.
De entre todos, destaco uno que me llama especialmente la atención y que apareció póstumamente, es El libro de las preguntas, donde Neruda, como un niño curioso e insistente, nos asombra con una lluvia de cuestiones, algunas metafóricas, otras metafísicas y todas lúdicas, sobre distintos aspectos del mundo y de la vida.
Hoy día, cuando leo en el diario El País la noticia de que el próximo 8 de abril exhumarán sus restos cuestionando la naturaleza de su muerte, no dejo de preguntarme conmovida qué diría el poeta si supiese esto, pues tantas fueron las cuestiones que él planteó que se me antoja paradójico lo que ahora pasa.
Neruda se retiró a Isla Negra, a un lugar imaginado y construido luego por él para pasar allí su tiempo pensando, escribiendo y compartiendo las horas con su última esposa, la receptora de sus apasionados Versos del capitán, Matilde Urrutia.
Frente al Pacífico, donde las olas violentas, el intenso azul del cielo, y la cercanía del horizonte limpio,- tuve ocasión de visitar esa casa en un viaje que hice hace ya algún tiempo- el poeta encontró la paz soñada tantas veces.
Allí, rodeado de mascarones de proa, caracolas de mar y multitud de objetos preciados, pasó sus último tiempo y en septiembre de 1973, días después del golpe militar del General Augusto Pinochet, enfermo, es trasladado a Santiago, aquejado de cáncer de próstata. Según su asistente, a Neruda se le aplicó una inyección letal, de ahí la razón por la exhumación de sus restos. ¿Fue asesinado Neruda?. La primavera nos lo dirá.
Frente al Pacífico, alejada de la casa grande, bajando unas escaleras rodeadas de hortensias, andando por un camino de piedras chicas y cerca de una sencilla barca marinera, está la tumba de Pablo Neruda y su último amor, más cerca del mar que de la tierra, como él siempre soñó. Allí está donde debe estar, donde soñó y escribió los versos que hoy día disfrutamos generacionalmente. Y ese es uno de los lugares más bellos del mundo.
Descansa en paz, eterno viajero de mares remotos. Descansa en paz.







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